Ya hace casi una semana que encontré a Fede en la calle, junto a las vías del tranvía. Lo vi por casualidad, esto de que vas paseando y mirando relajada tu alrededor y ves una manchita marrón que se mueve.
Hoy está cerca de doblar su tamaño y se le va viendo su plumaje de adulto en las alas y la cola. Creo que va a ser un macho. Por ahora sigue siendo un dormilón y un tragón, de hecho me come mejor que los diamantes mandarines papilleros.
Mi intención era soltarlo cuando fuera adulto, pero le estoy tomando tanto cariño y se está volviendo tan manso que ya no lo tengo tan claro. No hago más que pensar que pueda dejarse coger por alguien con malas intenciones o que le ataque un cernícalo o una picaraza.
Fede está bien, come bien, está agustito y salvo y quiero asegurarme de que siga estando así toda su vida.
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